jueves, 12 de octubre de 2017

Un breve relato.

En un universo paralelo, un joven pacífico y de buena voluntad fue persuadido por un vendedor de antigüedades para comprar una piel de zapa que cumplía los deseos de quien la poseyera.

Después de efectuar un pago insignificante, el joven acudió a su casa y dejó la piel arrumbada en un armaario y se olvidó de ella.

Un año más tarde, con su país en pleno conflicto bélico, tuvo tan mala suerte que una bomba fue a caer a su casa, y se llevó por delante a su hermano, su madre y su novia.

El joven se quedó solo y sin nada, pero vio la piel de zapa como asomaba discreta bajo unos escombros. Todavía aturdido, la agarró.

Tan buen corazón tenía, que no pensó en que volvieran a la vida sus familiares, sino que lo primero que salió de su boca fue desear que acabara la guerra y no hubieran más guerras en el futuro.

Y así fue como, en esa realidad paralela, se extinguió la raza humana.

viernes, 7 de abril de 2017

Estado parasitario.

Una de las mayores preocupaciones que me embargan en los últimos tiempos es una inclinación acentuada hacia el liberalismo. Creo firmemente en las posibilidades de una distribución justa de la riqueza, condicionada por un sistema fiscal; el problema lo encontramos en el adjetivo justo. Actualmente nos contentan con pan y circo a unos muchos, mientras a unos pocos parece que le ofrecen algo más. El Estado tiene el privilegio de dejarte de sin blanca, y cobra intereses si no pagas a tiempo. Si se imagina a un honorable caballero de clase media, con su vida asentada, soltero y sin hijos, es pura carne de cañón para el Estado: sablazos a impuestos y escasez de derechos sobre ayudas y demás; si al honorable caballero se le rompe su refrigerador por una sobrecarga eléctrica provocada por un rayo y no tiene su casa asegurada, tenga el caballero por seguro de que el Estado le penalizará cobrando el IVA de la reparación, aunque él no haya hecho nada, ni deba nada a nadie.

Las posibilidades de ahorro para una persona con un sueldo medio (unos 1100 limpios en 14 pagas), resulta insuficiente si quiere poder aspirar a mantener un estatus social medio, véase pagar coche, vivienda y gastos mensuales. La cantidad de impuestos que cobra el Estado por cada movimiento de dinero que realiza ese mileurista es inaceptable y, o hace virguerías, o se busca un ingreso adicional o le toca pasarlas canutas. Entretanto, el Estado apenas si le ofrece nada; carreteras y seguridad social, pero si ese caballero no acude al médico porque en su honradez no lo necesita, nos quedamos apenas con carreteras, mientras sufraga cantidades ingentes de dinero a un exceso de políticos y funcionarios, que están venga a rumiar a ver de qué forma pueden ingeniárselas para parasitarle por otro sitio.

Los impuestos son una necesidad si el Estado fuera justo, pero resulta que es injusto; los dinerales que atesoran día tras día no se sabe muy bien donde van a parar, ya que la cuestión radica en que deben responder ante muy pocos, de los cuales, muchos de ellos, serán débiles ante un fajo de billetes. Los grandes estafadores vemos cómo se van de rositas o pasan unos pocos años en la cárcel y salen supuestamente rehabilitados (esto es cuestionable, cuanto menos; personas con un alto nivel educativo que ha aprovechado la más mínima oportunidad para arramblar con cuanto pasara por sus manos de la forma más discreta posible, realmente se encuentra integrada en una sociedad normalizada, el sistema penitenciario y sus medidas actuales son incongruentes con ese tipo de crimen; habría de replantearse si la reintegración y rehabilitación de esos delincuentes no requeriría de una intervención más enérgica o equitativa con las propias necesidades del sujeto). No se observan mejoras tampoco en cuanto a servicios, aunque si se padecen los daños de un sistema fiscal cada vez más exigente con el contribuyente medio. Todo esto me aproxima a un pensamiento reaccionario, conservador, liberal, y me resulta preocupante, porque es como si no tuviera otro remedio, como si viera que independientemente del color de las formaciones, todos están empringados hasta las trancas, y que liban de nuestro líquido con fruición, mientras hacemos verdaderos malabares.

lunes, 23 de mayo de 2016

Tenue rugido de un muerto

En estos últimos años, el mínimo interés que pudiera revestir la política española se ha esfumado a golpe de demostraciones sobre la evidente inutilidad de este sistema caduco. Rápidamente viene a la mente la intención de realizar algún tipo de propaganda de quien escribe estas líneas. Ese discurso es muy propio de formaciones que han aparecido en los últimos tiempos. Sin embargo, me temo que la tónica va a ser muy diferente.

Seis meses de gobierno a medias han patentado la relativa necesidad de tener un sistema asentado. Las cosas siguen igual, al menos a niveles generales. Ningún partido ha sido capaz de ofrecer algo lo suficientemente atractivo, o hay simplemente un empecinamiento en mantenerse en sus trece. No obstante, con una nueva oportunidad, se han desvanecido también las posibilidades de enmendar determinados errores. El principal, y más grave, y sobre el que marcha este escrito, es sobre la instauración de penas medievales o al menos más drásticas, sobre la corrupción. Ningún partido le echa un par de huevos, ningún tío sale en los medios a decir que si se le vota, se obtendrá el mayor de los beneficios, la honradez política en el futuro, que conseguirá mediante sanciones brutales sobre aquellos que metan sus manos en las arcas públicas. La gravedad debería trascender de las leyes actuales, por ejemplo, desplumar por completo al culpable y a sus familiares cercanos, que podrían obtener, eso sí, cita previa en los servicios sociales, salvo si tienen trabajo claro está (cualquier medio de financiación, a nuestras arcas); también la pena de muerte. Cuando uno entra en política, es de esperar que no lo haga con ambiciones de mangonear, entonces, tendríamos la garantía de que, quien se decida a ejercer tan loables funciones, asegura que más allá de enriquecerse materialmente, quiere un enriquecimiento personal o profesional o social o de poder, llámesele como quiera, que es respetable en todo caso. Ningún partido ha ofrecido nada así, y siguen con su absurda vista gorda, con su apoyo incondicional. Es tremebundo. Las elecciones precisan de un nuevo aire, no de esta mierda deplorable que nos venden los antiguos y los nuevos, con sus inseguridades y sus caritas sonrientes que ocultan una capacidad para joder imperdonable.

¿Es positivo ir a votar en las elecciones? Naturalmente no, artificialmente, por supuesto. Para eso están, para que esta farsa permanezca mientras o te pudres con tu vida o te degeneras en tu trabajo o te metes en el cerebro veinte mil mierdas que te enseñan universidades y sabihondos. Naturalmente no, porque si se hiciera lo que es natural, que no fuera a votar esto nadie (excepto ellos y sus prosélitos), solo entonces habría cierto revuelo.

viernes, 20 de mayo de 2016

Justificación del diseño en su estado actual.

Uno de los aspectos más importantes a la hora de crear un blog, una web o realizar cualquier tipo de presentación digital, en papel o incluso oral, ha de ser un buen diseño (aunque sea diseño de ropa, conjunto, traje) para captar una atención concentrada en el receptor. Actualmente más que más, tanto más cuanto que los visitantes son efímeros, despachan las páginas y las letras con una dejadez pasmosa. Si alguien llegara a leer esta línea, se puede considerar un logro. Resulta más efectivo colocar una foto con algún comentario debajo. No obstante, la gente escribe, o escribimos, para matar el tiempo o alimentar el ego en relecturas o para pescar algún comentario halagador, consecuencia de la euforia que le sobreviene a las persona que, finalmente, se ha leído una entrada entera, y pretende hacer alarde de que se lo ha leído.

El diseño actual de este blog, aunque no definitivo, no podría ser más simple. Me he limitado a escoger una de las propuestas prediseñadas de Google y adelante. Lo que más tiempo me ha llevado ha sido el título del blog y la elección de la dirección donde se ubicará el blog. Curiosamente, estaba escogido loscaos, que resulta que estaba en blanco, pero que parecía que tenía un diseño personalizado. No tenía ninguna entrada ni ningún tipo de identificación del autor, pero se han preocupado en toquetear el diseño. Probablemente aquí sucede a la inversa.

¿Por qué los caos? Caos, al menos yo así lo entiendo, es una totalidad, es como si no pudiera haber varios caos, o hay o no hay, no son partes, es como contagioso, como si se multiplicara exponencial, continua y frenéticamente. Sin embargo, esa concepción abstracta de caos no representa el caos al cual me refiero. Pueden suceder diversos caos, y mantenerse en cierta forma, sin que uno pueda influir en su desmantelamiento o reparación. Pongamos el ejemplo del tipo con doble vida, puede tener un caos por un lado, pero el otro tenerlo bajo control. Bueno pues uno triple vida, podría tener dos caos y un orden. Ahora, a un nivel más moderado, un tipo puede tener éxito a una parcela de su vida, mientras en otras hay diversos caos alegres y ufanos. Otro aspecto: cómo llegar al caos. No parece predeterminado, y no necesariamente es objetivo de desgracia o humillación. Puede ser positivo (si se entiende positivo como satisfactorio para el individuo), por su inestabilidad que crea total incertidumbre. Cualquier mínimo cambio, podría tener consecuencias de gran magnitud futuras, y no necesariamente a largo plazo: perder 15 kilos por ejemplo, o ganarlos, puede teñir de resplandor o degradación del caos; esto también puede afectar a otros caos u órdenes.

De ahí lo del caos. Pero le he tenido que cambiar la dirección, que no sé de dónde he sacado eso de carticatura enferma, pero ha salido así, de golpe, y como estaba disponible y no estaba mal, me ha parecido correcto. En otras palabras, si se ha quedado así el blog, ha sido porque así me ha apetecido. Pero es cierto, cambiará.